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AMANECE, QUE NO ES POCO

  • 100454074
  • 29 oct 2020
  • 2 Min. de lectura

No alcanzo a comprender exactamente qué papel me corresponde en esta historia. Me da la sensación de que lo más adecuado sería ejercer de narrador omnisciente, como una especie de Demiurgo platónico que controla el pasado, el presente y el futuro. Me resulta cómico, ya que ni siquiera tengo claro qué voy a desayunar mañana. De todos modos, ya que me he visto envuelta en este aprieto, trataré de no decepcionar.

Ahora que lo pienso, ¿no sería más lógico desempeñar el rol de un narrador protagonista? El recorrido personal que debo reflejar en estas líneas es el mío, ¿no? Lamento profundamente la confusión, son malos tiempos para la lírica.

Me gustaría emplear esta entrada como un medio que me sirva para presentarme, y como una introducción para aquellos navegantes de este blog que no me conozcan. No pasa nada, yo tampoco me conozco. Lo llevo bien. Creo. A menudo, me gusta pensar que soy como uno de esos hombres que brotan de la tierra cuales cebollas (y que van creciendo y aprendiendo paulatinamente) en ese célebre filme rodado en 1989 y dirigido por José Luis Cuerda: Amanece, que no es poco. Qué razón llevaba, ¿no? En los tiempos que corren, me resulta fascinante que, incluso con todo, el Sol sale cada mañana. Es muy posible que esa sea la única certeza que tengamos, y, personalmente, a veces creo que no necesito ninguna más.

¡Vale, ya lo tengo! Si no me equivoco, estoy en proceso de materializar un relato focalizado internamente, puesto que el punto de observación se halla situado en el interior de mis ojos. Es decir, estoy llevando a cabo un intento de monólogo interior. Bueno no, en un monólogo interior no hay intermediarios en los contenidos de la conciencia, y yo aquí me estoy guiando a través de los pensamientos intrusivos que me están viniendo a la cabeza para escribir esto. De nuevo, perdón, mis más sinceras disculpas, no tengo claro qué se espera de mí ni qué criterios tengo que cumplir para que mi recorrido personal sea considerado como “válido.”

Ahora que lo pienso, acabo de autodenominarme personaje principal de esta historia. Eso es mucha responsabilidad. Bueno, espero no estar decepcionando de momento. Para la próxima entrada, prometo considerar y proponer una temática más cautivadora que mi cerebro adormilado y con hambre de regalices soltando chorradas sinsentido a la una de la madrugada. Y no, no estoy esperando a que amanezca para poder reafirmarme en mi hipótesis, aunque podría. De hecho, algún día lo haré, por si las moscas. Algún día que no tenga que conectarme a clases online a las nueve de la mañana. Ese día, iré a algún lugar apartado con las personas tan maravillosas que he conocido en los casi dos meses que llevo en la capital, y llevaremos mantas, muchas mantas, tantas que seremos capaz de enterrarnos en ellas. Y nos sentaremos todos juntos, allá donde las palabras sobren, y contemplaremos cómo el Sol despunta el horizonte, ya que, incluso la certeza más certera, nos atrae como imanes para que la ratifiquemos una y otra vez. La curiosidad humana, ¿qué le vamos a hacer?


“Yo podía haber sido una leyenda, o una epopeya si nos juntamos varios”

Amanece, que no es poco


Paloma Caballero Soler. GRUPO 51.


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