ARRUGAS - PACO ROCA
- 100454074
- 30 nov 2020
- 6 Min. de lectura
“Arrugas” es una novela gráfica escrita por Paco Roca en el año 2007. La historia, con tanto éxito cosechado que incluso cuenta hoy en día con una adaptación fílmica, narra a través de imágenes la experiencia de Emilio, un antiguo ejecutivo bancario de 72 años que inicia su hospedaje en una residencia de ancianos.
Aunque de manera superficial parece que el autor sigue el llamado orden aristotélico (desarrollo lineal entre la presentación y el desenlace, es un tipo de estructura lineal) a la hora de llevar a cabo la construcción del relato, es cierto que, en momentos específicos, le es insuficiente para representar determinadas parcelas de la experiencia humana. En el caso que nos ocupa, se trata de la memoria.
La memoria juega un valioso papel en la narración de esta historia, ya que uno de los temas más destacables que podemos extraer de ésta es el Alzhéimer y su paulatino desarrollo. El Alzhéimer es un tipo de demencia que causa problemas con la memoria, pero también el pensamiento y el comportamiento se ven afectados. A la hora de representar el alzhéimer, Roca recurre a frecuentes saltos inconscientes al pasado, como si fuesen flashbacks, es decir, hace uso de analepsis. Es en estos saltos donde podríamos percibir una ruptura del orden aristotélico. Por ende, si no encontramos un orden aristotélico, estamos ante un caso de orden caótico. Se trata de una construcción del caos, la cual no es fácil de seguir, ya que ocasiones se producen alteraciones en el orden lógico-causal preestablecido: no se basa en el orden de los acontecimientos, sino en cómo se cuentan dichos acontecimientos.
En el orden aristotélico, encontramos tres elementos estructurales: la presentación, el nudo y el desenlace. Cada uno de estos elementos es fácilmente identificable en “Arrugas.” La presentación abarcaría el proceso de adaptación de Emilio (el protagonista) en la residencia de ancianos en la que le han metido su hijo y su nuera. Emilio conoce a Miguel, su compañero de habitación, quien se convertirá en su amigo más cercano en la residencia. El inicio del nudo se situaría en el momento en el que nuestro protagonista es diagnosticado de Alzhéimer, y comienza el proceso a través del cual el lector reconoce las pequeñas (aunque significativas) pérdidas de memoria que experimenta Emilio, hasta que llega al punto de no recordar nada sobre ninguna cuestión.
La idea de totalidad de coherencia es parcialmente abandonada. Al tratarse de una novela gráfica, de un cómic, buena parte de la narración se basa en imágenes. Lo curioso de las imágenes es que cada cual lleva a cabo una interpretación única a la hora de analizarlas. Hay muchas imágenes que se pueden observar desde distintas perspectivas. La más llamativa se encuentra al final, y la inexactitud a la hora de contar la historia nos sitúa en un mar de dudas donde hay varios finales posibles, sin embargo, ninguno nos es aclarado.
El mayor miedo del protagonista a lo largo de su estancia en la residencia es el de acabar reubicado al piso de arriba, junto con los demás ancianos que se han vuelto dependientes para toda acción de carácter cotidiano. Emilio es diagnosticado Alzhéimer, y, a pesar de hacer grandiosos esfuerzos para disimularlo y tratar de ralentizar el proceso, la enfermedad avanza a pasos agigantados. El lector asimila que, tarde o temprano, Emilio será enviado al piso de arriba, ya que su pérdida de memoria se produce a una velocidad abismal, o al menos eso es lo que se interpreta, ya que el autor tampoco hace alusión alguna al paso del tiempo. La historia perfectamente podría transcurrir en tres meses, peor también en tres años.
Como desenlace del relato, Roca nos ofrece imágenes que muestran la ausencia de Emilio, así como el inevitable sentimiento de soledad de Miguel. Aquí entran en juego los diferentes finales alternativos que se plantean en la mente del lector. ¿Ha avanzado tanto la enfermedad que finalmente ha sido trasladado al piso de arriba? Y si, por el contrario, ¿ha fallecido? ¿Y si su hijo se ha arrepentido de abandonarle a su suerte y ha decidido hacerse cargo de él? Las posibilidades, si nos ponemos creativos, son ilimitadas, y debido a la ausencia de detalle, cualquiera podría considerarse perfectamente válida.
Basándonos en las infinitas formas que puede adoptar un autor para contar una historia, sería muy simple afirmar que el hecho de no aclarar qué es lo que ocurre al final es consecuencia de un momento de despiste y de una equivocación. No, no lo creo. Prefiero apostar por la posibilidad de que, en efecto, se trate de un final abierto, de un desenlace al gusto de cada cual, como estrategia para agradar a todos los públicos.
Más adelante, es habitual que las historias se articulen en torno a un punto de vista único. Este punto de vista único ayuda a la hora de ofrecer esa imagen de coherencia y de totalidad. Es un arduo trabajo tratar de contar algo objetivamente algo, de ahí la subjetividad del punto de vista único. Éste, en la novela, se organiza en torno a distintos tipos de narradores.
“Arrugas” es una contradicción a todo eso. Como no manifiesta interés en mostrar coherencia y totalidad, ¿por qué hacerlo con un narrador? En efecto, no hay narradores en esta historia, de la misma forma que no hay un final claro y fácilmente comprensible. El desafío de narrar una historia de manera objetiva, Paco Roca lo supera con creces.
Al tratarse de una novela gráfica, a pesar de no disponer de un narrador como tal, sí vemos que hay una reproducción directa de las palabras de los personajes, asistimos a una reproducción literal de lo que dicen, pero no de lo que piensan. La barrera del pensamiento resulta infranqueable para el lector al no disponer de una figura que le facilite los pensamientos y emociones de los personajes. De todas formas, si estamos de acuerdo con la frase “una imagen vale más que mil palabras”, no debemos tener ningún problema con eso.
“Arrugas” es un ejemplo de reproducción o de representación de carácter mimético: se busca la imitación de la realidad. Se persigue la verosimilitud, que el relato pueda ser fácilmente contrastable con lo que cada cual ve en la realidad. En esta obra, se nos presentan imágenes de realidades que se relacionan entre sí: imágenes de vejez e imágenes de enfermedad, al ser ancianos los personajes en torno a los cuales se desarrolla la trama. Sin embargo, son ancianos que tienen algo que les impide poder llevar a cabo una vida “normal” (mejor no adentrarnos en qué es normal y qué no), ya que, de lo contrario, no estarían viviendo en una residencia.
Estas imágenes que nos introduce Paco Roca son significativas, sobre todo teniendo en cuenta los hechos que le impulsaron a contar esta historia: el gradual envejecimiento de sus padres y el Alzhéimer que padecía el padre de uno de sus mejores amigos. Las imágenes pueden dar cuenta de realidades no experimentadas. En el caso que nos ocupa, adelantan conocimiento acerca de esta enfermedad, ya que al lector le es mostrado toda una secuencia de imágenes en las que se distinguen distintas fases de un padecimiento sobre el cual, seguramente antes de leer el libro, no sabía tanto. Además, nos ofrecen representación de una realidad que, desgraciadamente, mucha gente se ve obligada a vivir. Ayudan a los individuos que padecen Alzhéimer, así como a aquellos que les cuidan, a verse reconocidos y, en consecuencia, reafirmados en sus apariencias, conductas y comportamientos. Si por algún casual, o gracias a estas imágenes, se produjese una conexión entre la peripecia de los personajes y los lectores, nos habríamos topado con un caso de identificación emocional, lo contrario al distanciamiento.
El autor, con tal de asegurarse de que el relato que deseaba transmitir era creíble y se ajustaba a la realidad, se pasó un año documentándose a través de varias fuentes: leyendo e informándose sobre patologías que suelen aparecer durante la vejez, acudiendo a residencias geriátricas y recopilando testimonios verídicos de ancianos, familiares, y de los enfermeros y trabajadores de esos centros. A pesar de toda esta incansable labor por crear una narración verosímil, todo es ficción ya que se le está dando forma al documento, a la realidad.
Para concluir, hemos de aludir a la cuestión de las diferentes memorias en los distintos relatos. Este, sin duda, expone un caso de memoria personal, a base de recuerdos. Sin embargo, al igual que hay memoria, también hay olvido, pero es un olvido involuntario; es un caso de amnesia, resultado del desarrollo del Alzhéimer en el protagonista.
En resumen, “Arrugas” rompe con numerosas formas de narración para adoptar la suya propia. Va directa al caos, a la innovación, a cuestionar la norma, y a ofrecernos imágenes y representación de un colectivo de individuos que nunca han podido contar su historia como se merecen, en un formato que no podríamos haber imaginado.
Paloma Caballero Soler
Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. GRUPO 51.

Comentarios