DI-VERSAS EN LAS SOMBRAS
- 100454074
- 6 ene 2021
- 5 Min. de lectura
Fragmento de ÁRBOL GENEALÓGICO
Soy una de ellas porque mi corazón será abono. Porque mi
sangre, que es la suya, sube y baja por mi cadáver como
por escaleras mecánicas;
porque el fundamento de mi carácter, al descomponerse, se incorpora a una especie salvaje
que ladra y que hiere y que te lleva a su terreno, que ignora las afrentas, que jamás se extinguirá.
- Elena Medel
¿Quién está legitimado para ser poseedor de una voz? La actual época posmoderna da cabida a múltiples voces subalternas. Sombras di-versas ofrece una nueva forma de mirar y una postura ante el mundo que se desconocía: la de la mujer. Sin permitir que nadie se apropie de su voz, la obra de diecisiete grandes poetas españolas se aglutina ingeniosamente de la mano de Amalia Iglesias Serna, miembro reconocido del gremio que cuenta con una larga trayectoria dedicada a la crítica.
La realidad es que han quedado atrás los tiempos en los que Anónimo eran mujeres. Ahora Anónimo goza de una increíble variedad de nombres y apellidos, entre ellos: Esther Ramón, Julia Piera, Julieta Valero, Marta Agudo, Pilar Adón, Yaiza Martínez, Raquel Lanseros, Miriam Reyes, Sofía Rhei, Leire Bilbao, Ana Gorría, Ana Vidal Egea, Elena Medel, Berta García Faet, Luna Miguel, Emily Roberts y Leticia Bergé.
La generación escogida para esta antología no es casualidad. Las poetas representadas en sus páginas nacieron entre 1970 y 1991, en pleno proceso de transición democrática española. Este grupo de mujeres ha presenciado una considerable cantidad de conquistas sociales y políticas, una de ellas la del lugar de la mujer en la sociedad, una lucha que aún perdura y en la que se va ganando terreno a pasos lentos pero persistentes. En lo respectivo a esta lucha por concederle voz al subalterno, presenciamos la irrupción de autoras en el campo poético en plena tercera ola feminista, un acto revolucionario a la vez que intrigante, ya que, como dicho al principio, disponemos de la oportunidad de aprender a mirar a través de otros ojos, desde un punto de vista que nunca había podido recrearse en un espacio digno.
Una de las claves de Sombras di-versas es que actúa en defensa de la diversidad poética. Ejemplo de ello, dejando a un lado la temática, es que hay un hueco dedicado a la obra de Leire Bilbao, cuya lengua es el euskera. De esta forma, el castellano y una de las lenguas del Estado se equiparan ante el lector, con la misma valía, con equivalente importancia.
Se trata de apostar, de atreverse, de inspirar complicidad y provocar a través de un puñado de versos en los que prima el documento ficcionalizado. ¿Cómo afrontar la existencia? ¿Cómo habitarla? Incertidumbre y contradicciones (Las acepciones de la Bestia – Sofía Rhei) que se ordenan por medio de abundantes encabalgamientos y alegorías. La antología conforma un diálogo entre artistas en la sombra que conciben el mundo de forma diversa, aunque en cierto modo siempre de algún modo similar. Escriben desde la honestidad y la exigencia estética, reclamando el espacio de una nueva sensibilidad y de una nueva intimidad tras una historia de interminables silencios. No se trata de imponer una forma de interpretar algo, sino de dialogar con ese algo. Nos encontramos ante la plasmación de nuevos lenguajes e imaginarios, de la poesía como una forma de amor y como una forma de denuncia ([En macizas sillas de madera de roble] – Miriam Reyes), etc.
En resumen, destaca un tipo de discurso que provoca efecto de extrañamiento en el receptor del mensaje. Tiene que ver con la capacidad del lenguaje para revelar, para mostrar algo que puede estar ahí pero que no vemos, y que éste desvela.
Si nos centramos en el contenido que aguarda la antología, se reconoce que, atendiendo a la forma tradicional de entender el género, Sombras di-versas corresponde a la categoría de poesía lírica, la cual se ha venido a reconocer como una expresión del “yo”. En esta colección de poemas, las autoras hablan sobre sí mismas y sus sentimientos, mas hay un mar de opciones para aplicar ficción e imaginación.
La poesía lírica se ha manejado desde siempre en torno a dos grandes códigos: la poesía popular y la poesía culta. La obra recopilada por Amalia Iglesias encaja dentro de la culta. Ésta se halla determinada por la escritura, atiende a reglas que requieren un arduo trabajo técnico, y destaca por un profundo carácter reflexivo y una complejidad formal. Resulta complejo tomar la decisión acerca de cómo plasmar una sarta de ideas sobre un folio. ¿Qué enfoque darle? ¿Es preferible emplear un lenguaje común o vulgar? ¿Es mejor tirar de una forma de expresión más culta? ¿Por qué no ambas? Todas estas elecciones requieren un proceso de selección por parte de las poetas, seguido por un procedimiento de combinación para lograr el efecto estético deseado.
En la poesía moderna, hay una clara preferencia por el verso libre que no esté sujeto a estructuras propias de la poesía clásica predecesora (El mundo hueco – Pilar Adón). Busca una lectura reflexiva individual que tiene más que ver con los espacios íntimos. Incita a una lectura y a una posterior relectura.
Dentro de esta tendencia hay una propuesta que suscita mi interés especialmente: la metapoesía, lo metapoético – poesía que reflexiona sobre la misma poesía. Ejemplos claros son: Cada poema es un salvoconducto hacia una tierra libre de Raquel Lanseros, Poeta hilak/Poetas muertos de Leire Bilbao y [Sólo unos versos para la forma del barco…] de Yaiza Martínez. Este último, además, aborda cuestiones sobre la memoria.
Sombras di-versas entiende la poesía como una forma de conocimiento, interesa por la experimentación y por el tratamiento de asuntos de cierta complejidad conceptual. Se corresponde a algunas corrientes líricas actuales que de alguna forma resultan complementarias: una poesía de la experiencia (voces que hablan de sus vivencias – la historia de un parto en Igerilaria/La nadadora, de Leire Bilbao) la poesía testimonial, la cual construye un “yo” que se nos ofrece como un testimonio próximo a lo autoficcional y a un juego ambiguo entre autor y voz poética (A los 18 creíamos que lo que vendría después sería mejor – Emily Roberts); una poesía hiperrealista, abiertamente obscena (Odoletan I/Sangro I y Odoletan II/Sangro II – Leire Bilbao); y una poesía de carácter más lírico, reflexivo y meditativo (Evolución – Esther Ramón).
Más adelante, en el ámbito de la intertextualidad, disponemos de una gran variedad de voces, lo cual da lugar a miradas caleidoscópicas y ambivalencias (no se encuentra una mirada unívoca, y esa era la principal intención de Amalia Iglesias), juegos culturalistas en forma de homenajes a las demás mujeres, etc. Todo va formando una ruptura con las formas tradicionales y con la manera en que concebíamos las tensiones entre ficción y documentos, clásico en la época posmoderna. Aquí las autoras son el documento. Se recalca la importancia que ha ido ganando la experiencia subjetiva, un “yo” manifestado sin tapujos entre versos.
Al igual que enunció Aristóteles en su Poética, la poesía cuenta lo que podría suceder y no lo sucedido, trata lo general y no lo particular… Y aun así, desde una perspectiva actual, la poesía puede abarcar lo que le venga en gana, ahí yace su magia.
Concluiré esta reflexión con uno de los escritos de Leire Bilbao, la artista que me ha resultado más impactante de las diecisiete escogidas para dar voz a la mujer de la era democrática española.
Egonarria/Resignación
No me pidas que sea leal como los espejos
si no puedes mirar delante de ti,
si no puedes mirar dentro de mí
como si de una ventana resignada a abrirse.
No soy una lagartija entre rendijas,
me han enseñado a permanecer donde estoy.
Llevo los días con paciencia, me he resignado sin darme cuenta
sujeta a la casa que dejó mi padre.
No sé del dolor ajeno sino del mío.
lo digo como lo siento,
no me pidas que sea leal como los espejos,
no me moveré
mientras no me lo ordene el aliento.
Me han enseñado a permanecer donde estoy.
Paloma Caballero Soler
Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. GRUPO 51
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