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Y A LA NO AMADA, AMADA

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  • 11 ene 2021
  • 9 Min. de lectura

Pasar el tiempo pensando en colores en un mundo en blanco y negro. Baby Suggs se acostó y hasta su último aliento lo dedicó a pensar en colores, pues era eso lo que le proporcionaba vida, la vida que nunca pudo vivir.

Toni Morrison comienza Beloved con una dedicatoria a los “Sesenta millones y más” negros que murieron como resultado del comercio atlántico de esclavos. La autora cuenta con una trayectoria consagrada a dotarle de voz al subalterno que conforma la comunidad afroamericana. Nos encontramos imágenes de diversidad racial, así como imágenes de edad avanzada, en el caso de Baby Suggs. En Beloved. El relato entero gira en torno a las distintas perspectivas que adopta el subalterno en Estados Unidos, especialmente enfocado a la de una mujer negra que escapó a la esclavitud de una plantación en Kentucky. Se asienta en Ohio, un estado libre, el mayor consuelo en su vida.

Resulta intrigante el contraste entre Kentucky y Ohio tras la Guerra de Secesión Americana. La cuestión del cronotopo se manifiesta determinante en esta novela, incluso los propios personajes tienen conciencia de ello. “Tenía la impresión de quererlos más cuando llegué aquí. O quizá no podía amarlos como es debido en Kentucky, porque allá no eran míos.” Un estado esclavista frente a un estado libre. La frontera entre la libertad y la sumisión a la supremacía blanca en un ambiente temible para las personas racializadas. “En la vida no hay mala suerte, sino blancos.” Cuán diferente habría sido la sucesión de acontecimientos en la familia Suggs sin la existencia de esa frontera y sin la osadía de cruzarla.

Si nos ponemos quisquillosos, hay que decir que no hay un único cronotopo. La historia no se desarrolla en un único lugar ni en un único momento en el tiempo. Kentucky y Ohio se alternan por medio de saltos hacia el pasado, destrozando por completo el orden aristotélico preconcebido de la literatura que se habría escrito en la época en la que viven los protagonistas. Sin embargo, se trata de una novela contemporánea modelando los resquicios de la América del siglo XIX. Se simultanean pasado y presente: la conversación de Paul D con Sethe y los recuerdos del pasado cuando ésta le comunicó su intención de escapar mientras estaba embarazada. Se van tejiendo los diálogos con la narración.

A decir verdad, la novela es confusa. Además de confundirse presente y pasado, no se sigue un mismo criterio a la hora de narrar, casi parece que había más de un escritor involucrado y que se iban turnando para escribir. De primeras, hay una ausencia de la primera persona en cualquiera de sus formas, y de un momento a otro nos encontramos con varios “yos”. La transición de un narrador impersonal y cronista a la vez que omnisciente, extradiegético y heterodiegético; a la alternancia de diversos narradores protagonistas, homodiegéticos e intradiegéticos. La razón de ser de esta llamativa técnica alude a la importancia de prestar atención a todas las variantes del subalterno que se nos presentan. Por aportar un ejemplo: tan importante es la perspectiva de Denver como la de Paul D, pues ambas muestran distintos matices de un mismo horror. Construye, de esta forma, un texto polifónico. El arte que reside en Beloved es la habilidad de su autora de conseguir crear una historia desordenada a partir de un pensamiento desordenado que el lector puede acabar entendiendo.

Continuando esta misma línea argumental, la sobreabundancia de juegos con el cronotopo y las voces narradoras tienen mucho que ver con los conflictos históricos y la memoria. Beloved, que narra acontecimientos basados en hechos reales (la historia de Margaret Garner, mujer afroamericana que escapó de la esclavitud), encaja dentro de la cultura de la memoria, pues es una obra que gira en torno al trauma que supuso el racismo en el pasado. Toni Morrison vuelve la mirada a través del arte que implica la escritura en forma de denuncia ante el daño acaecido sobre la comunidad afroamericana. Se trata de un daño que siente como suyo, como infligido a ella, en lo respectivo a su sentido identitario. Ella ejerce de portavoz de una memoria colectiva que abarca múltiples memorias personales, y que busca concienciar a los que están y a los que vendrán. Ella, como autora implícita (o al menos esa es la construcción que nosotros realizamos y que, por inercia, asociamos a su persona), hace partícipe al lector de su sistema de valores. Fabrica una elaborada antología de miradas caleidoscópicas, demostrando así que el subalterno no es un sujeto homogéneo, y que se puede dar voz a éste sin sustituirlo y sin ocupar su discurso.

Morrison explora todos los campos de la memoria y los aglutina en su obra, desde el daño colectivo a la nostalgia por ese daño. En las conversaciones entre Paul D Garner y Sethe, queda latente cierto sentimiento de morriña por sus tiempos en la plantación de Sweet Home, pese a ser esclavos. Al final obtenemos una mezcla de obsesión con el pasado, nostalgia, deseo desesperado de olvido (“En cuanto al resto, se esforzaba por recordar lo menos posible”), e incluso algunos infrecuentes casos de amnesia (“Estaba recordando algo que había olvidado que sabía”). Todas estas experiencias contradictorias no son incompatibles en la personalidad humana, ningunas lo son. “Toda mención a su vida pasada dolía.” “El futuro era el ocaso y el pasado algo que había que dejar atrás.”

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Thandie Newton, Oprah Winfrey y Kimberly Elise

en la representación fílmica de Beloved (1198)


Hay una frase en la obra que dice “La muerte no significa olvido.” Morrison se asegura de que esa afirmación cobra certeza con el regreso de Beloved de entre los muertos. Beloved no supone una excepción en lo respectivo a la obsesión con el pasado. Tantos años apartada le ayudan a cultivar el ansía de venganza. “La gente que muere mal no se queda bajo tierra.” Su memoria personal es todo lo que da forma a su identidad y a su personalidad, pues no tuvo tiempo de cosechar nuevas experiencias ni de revelar más rasgos que los que puede exhibir una cría de dos años. Su carácter a su regreso consiste en el berrinche perpetuo, en el rencor alimentado durante años atormentando el 124 de Bluestone Road, una casa cuyas paredes están impregnadas de los retales de vida de sus dueños.

Beloved no es más que un fantasma que habita en la cabeza de la familia Suggs a tiempo completo. Las experiencias sobrenaturales son el pan de cada día en esa casa. Esta tendencia que reivindica el carácter ficticio de la novela fue bastante reflexionada a finales del XIX, proporcionándole un espacio propio. Es por esto que ninguno de los vecinos reaccionó de una forma demasiado sorprendida cuando hubo que realizarle una especie de exorcismo a la niña.

Si focalizamos nuestra atención en elementos de esta naturaleza, destaca sobre todo la ubérrima cantidad de sombras que se dejan caer en este relato. En el capítulo de la visita a la feria, las sombras que reflejan las siluetas de Denver, Paul D y Sethe van de la mano, parece que caminan juntas, como símbolo de armonía. Más adelante en el transcurso de la historia, cuando Beloved y Sethe coinciden en la cocina, las sombras de ambas parecen chocar y cruzarse. Las sombras colisionan, suscitando una falta de concordia y equilibrio. Cuando pasean juntas madre e hijas, las sombras van tomadas de la mano en el camino. ¿Qué es lo que falla? Pues bien, es como con la alegoría de la caverna de Platón: vemos sombras, no vemos la verdad ni la realidad. Las sombras de la feria no son más que la ilusión de Sethe de tener una familia estable con el hombre que ha liberado su hogar de fantasmas, mientras que el egoísmo y el deseo de atención por parte de tanto Denver como de Paul D desemboca en un resentimiento mutuo que no se acerca ni de lejos a un afecto de carácter paternal. Las sombras que colisionan en la cocina son el augurio de sucesos terribles, y la sombra de una madre con su descendencia es la imagen mental del deseo cumplido de Sethe de recuperar a su Beloved. Pero la realidad es que nunca recuperó nada.

La cuestión de las sombras y los espectros presagian al lector los acontecimientos que se avecinan, El fantasma protagonista adquiere forma de mujer, pero representa a la esclavitud que persigue a Sethe desde que se fugó de Sweet Home, a los traumas que causó en ella.

Lo cierto es que hay quien opina que el fantasma, más allá de la esclavitud, es la propia conciencia de una madre que siente culpabilidad por haber matado a su hija. Disponemos de la personificación de la culpa, una figura que convoca a Sethe como una súplica repleta de ruido para que reordene su vida. Queda clara la diferencia crucial entre vivos y muertos: lo vivos existen, mientras que los muertos insisten.

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Antes hablábamos de algunos condicionantes de la identidad. Beloved es una novela que habla de esclavos, esclavos que carecían de nombre, y, por ende, de identidad. De ahí surge la importancia que se le infiere. El nombre va asociado a una identidad, y es el nombre lo primero que les era otorgado a los esclavos en el momento en que se les concedía su libertad. Por este motivo, Baby Suggs nunca es solo Baby, siempre se refiere a ella como Baby Suggs, porque fue un nombre que le costó un hijo y sesenta años de penurias para conseguir. El poder del nombre propio de Baby Suggs es que se lo puso ella misma. A diferencia de Sethe, ella sí consigue tomar las riendas de su vida y tratar de formar una vida más allá de los sucesos en Kentucky. La identidad de Jenny Whitlow no consigue traspasar la frontera, pero Baby Suggs sí, en homenaje al amor de su vida. Baby Suggs es Baby Suggs, Paul D Garner es Paul D Garner, mientras que Sethe es solo Sethe.

En efecto, una identidad tiene que ver con una construcción del sujeto, con todos aquellos perfiles de los que cada uno de nosotros podemos estar hechos; no obstante, sin un nombre no somos, directamente no somos, al menos para los demás.

Al principio de la obra, se hace especial hincapié en los zapatos de Sethe cuando ésta conversa con Paul D. Aquó subyace la segunda cuestión que tratamos: cuando uno era liberado de la esclavitud, además de obtener una identidad, también se obtienen zapatos. Paul D se fija mucho en los zapatos de Sethe porque a ella en ningún momento se le concedieron zapatos.

Un relato ambientado en este contexto implica tensiones comparativas y constantes entre identidad y alteridad, entre los que somos y lo que son los otros, entre negros y blancos ante la ausencia de colores. “Cualquier blanco podía apropiarse de toda su persona si se le ocurría. No sólo hacerte trabajar, matarte o mutilarte, sino ensuciarte. Ensuciarte tanto como para que ni tú mismo pudieras volver a gustarte.” “Si un negro tiene piernas, debe usarlas. Si se queda sentado mucho tiempo, alguien se las ingeniará para atarlo.”

En esta escala de blancos y negros, no hay grises entre medias. Es un mundo de extremos, en el cual dos mujeres, una blanca y otra negra, que ven sus caminos cruzados en mitad de un bosque, no son capaces de mirarse directamente a los ojos a pesar de estar charlando. Es un mundo en el que una anciana negra tiene pesadillas durante toda su vida el momento después de que unos hombres blancos traspasen como si nada el umbral de su casa, demostrando en silencio quién puede traspasar fronteras sin repercusiones, quién puede desafiar el extremo al que puede llegar el amor que una madre siente por sus hijos.

Es curioso cómo se lidia con el amor en Beloved. Por exponer un caso, tenemos el ejemplo del supuesto amor que siente Paul D hacia Sethe. Francamente, es un amor autoimpuesto y artificial. Utiliza la excusa de haber estado enamorado de ella en sus años de plantación y haber estado vagando durante años en su busca como un reclamo para ser merecedor de cierta atención, ignorando la existencia de Halle, y su huella en el corazón de Sethe, Paul D se acopla en el hogar de Sethe como si nada tras dieciocho años sin saber el uno del otro, sintiéndose con derecho a estar celoso de la hija de ella. El amor de Paul D no es amor real, es otro discurso que persigue reordenar su vida a costa de otra.

Siguiendo este mismo hilo, el título de la obra no tiene lógica. Beloved significa amada, y representa al personaje menos amado de todos.


Llamaré al que no era mi pueblo,

pueblo mío-

Y a la no amada, amada.


EPÍSTOLA A LOS ROMANOS, 9:25


A la no amada, amada. Sethe se autoconvencía de que Beloved era más, cuando no lo era. En una novela donde todo aparenta ser premeditado, es difícil de creer que una madre que se vea en la “obligación” de asesinar a sus hijos empiece por aquella a la que más quiere. Habrá quien piense que mató a la favorita porque era la última a la que deseaba ver en condiciones de esclavitud, sin embargo, yo opino que el título de la obra y el nombre de la niña es una forma de burla e ironía en medio de tanta tragedia.

A la no amada, amada. Denver no se lo pensó dos veces a la hora reunir a sus vecinos para librarse de su hermana de una vez por todas, a pesar de todos los buenos ratos pasados junto a ella.

A la no amada, amada. Para Paul D el verdadero estorbo en su anhelo de felicidad junto a Sethe. La primera en morir, el fantasma insistente que se esforzaba en hacerse presente.

A la no amada, amada.

A la no amada, Beloved.

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Paloma Caballero Soler

Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. GRUPO 51.

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