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POR AMOR AL DAÑO

  • 100454074
  • 27 dic 2020
  • 8 Min. de lectura

DESMAYARSE, ATREVERSE, ESTAR FURIOSO

Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal, difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso;


no hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso;


huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor suave,

olvidar el provecho, amar el daño;


creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño;

esto es amor: quien lo probó lo sabe.


- Lope de Vega


Con este soneto del poeta Lope de Vega inauguramos la cuestión del daño. En uno de los versos de Desmayarse, atreverse, estar furioso encontramos una declarada filia hacia el daño por parte del autor.

El daño. Protagonista de tantos relatos, de tantas melodías, de tantas manifestaciones artísticas. El gusto y atracción que sienten las personas por representar el daño en cualquiera de sus formas, en cualquiera de sus formatos, no es novedad. Este soneto rescatado de la época del Siglo de Oro es prueba de ello.

Personalmente, considero la representación del daño como un arma de doble filo: es una forma de masoquismo emocional, no obstante, a veces supone una forma efectiva de sanar.

Sanar. ¿Compensa atravesar un arduo proceso de autocastigo y sufrimiento voluntario impuesto a uno mismo por alcanzar la paz mental? De eso nos podría hablar la escritora valenciana Elísabet Benavent, quien emplea una estrategia similar en su saga de libros Valeria. Esta saga la protagoniza Valeria Férriz, una escritora que publica libros narrando sus propias vivencias, en parte con el objetivo de perdonarse a sí misma por el daño que ocasiona a personas de su vida con sus acciones. De esta forma, se redime de su responsabilidad y se quita a sí misma parte del peso que le supone la culpa, a través de la representación del daño a través del arte.

Es así como la representación del daño en el arte, a la vez que sana, supone una forma efectiva de desahogo. Sus escritos le abren una vía para poder expresar y recordar el dolor, así como la posibilidad de poder recurrir a ellos en un futuro y comprobar si ha habido un proceso de aprendizaje por su parte.


El arte es la expresión.

Todo lo que puede ser expresado tiene hueco en el arte.


El arte fue creado para expresarnos. Empezamos a pintar, a cantar, a bailar, a componer, a dibujar, a garabatear ideas, a escribir, a coger una cámara y desaparecer todo el día, a amontonar guiones a medio hacer. Creamos arte. Eso es lo que hacemos. Todo lo que nos rodea puede considerarse arte. Formamos parte de un cuadro, y decidimos participar de él, con todas sus consecuencias.


¿Para qué está el arte si no es para suscitar una reacción?


¿Para qué representamos daño si no es para suscitar una reacción?


¿Suscitar una reacción? ¿En quién?


¿En el otro?


¿O en nosotros mismos?


El daño es de esos fenómenos (¿lo puedo llamar así?) que todos nos vemos condenados a experimentar a lo largo de nuestra vida. Un torpe tropiezo corriendo por el patio de la escuela, y de repente hay arañazos en la rodilla que antes no estaban. Curioso, ¿no? Hay veces que ese daño no deja señal. El arañazo a los días pasa a formar parte del extenso archivo de la memoria, puede que ni eso. El daño es momentáneo, y el dolor pasajero.

Hay veces que el daño goza de esa fugacidad, pero no el dolor o la huella que ocasiona. Un torpe tropiezo corriendo por el patio de la escuela, y de repente hay arañazos en la rodilla que antes no estaban, pero que han dejado una cicatriz que no se ha ido en más de diez años. Efectivamente, tengo una cicatriz en la rodilla desde que me caí por despistada con cinco años.

Y no se va.

Ahí sigue.

¿Hago arte sobre mi rodilla?

No.

¿Por qué?

Porque no me duele.

Porque me da igual.

Porque fue un porrazo, pero que no ha tenido repercusiones más allá de un simple vendaje y ya está.

Aunque sí, sigue ahí.

Muchas veces el daño es persistente. El daño, el dolor y la cicatriz se sumergen en una eterna danza hasta la muerte entre tres en donde ninguno se atreve a frenar porque la música sigue sonando. Y cuando la música suena solo apetece bailar, sin parar. Como si el mundo se fuese a acabar.

El daño hay que desecharlo. Hay vías de salida al daño, al dolor, y la más visible es el arte. Por suerte o por desgracia, la gran mayoría de personas a mi alrededor tienden a crear arte. Ellos no se dan cuenta, pero yo sí. Recuerdo cuando, en el instituto, me sentaba al lado de mi mejor amiga en clase, y siempre que se encontraba mal, se sentía enfadada con el mundo, dolida, dañada…dibujaba. Agarraba un post-it con toda la mala leche del mundo y dibujaba durante horas. Cualquier cosa. Y no apartaba los ojos de lo que hacía. Desechaba el daño. Al cabo del rato, terminaba de dibujar, lo apartaba, y a otra cosa. El arte siempre fue su vía de desahogo.

Ella nunca pretendió suscitar una reacción en otra persona. Pretendía hacerlo consigo misma. Se desahogaba, se expresaba como mejor podía, y se liberaba. Y, de alguna forma, se salvaba ella sola. Lo superaba. Muchas veces la representación del daño que se sufre implica un proceso de superación de éste, por tortuoso que sea.

Porque a veces, si nadie es capaz de dejar de bailar, tienes que dar tú el paso y apagar la maldita música.


Save Myself – Ed Sheeran

“They gave me the heartache and in return I gave a song” (Ellos me dieron dolor de corazón, y yo, de vuelta, les di una canción)


La provocación comienza en el momento a partir del cual el arte no lo disfruta únicamente su creador. Hay tantas formas de reaccionar como obras de arte que consumir. El daño es algo tan íntimo que compartirlo es de valientes, y supongo que a menudo sirve para orientar a los demás de que el arte es una vía de salida al dolor tan válida y legítima como cualquier otra. Por otra parte, tenemos Seven (1995), la película de David Fincher protagonizada por Brad Pitt y Morgan Freeman, que busca resolver una serie de asesinatos que representan los siete pecados capitales, mostrando el daño de la forma más gráfica posible. Nadie sabe por qué se hizo eso. Mejor no saberlo. La respuesta comodín sería que se realizó para suscitar una reacción en los espectadores, y no dejaría de ser cierto.

El daño, al igual que el arte, se puede encontrar en mil formas y apariencias. Cualquiera puede inspirar una creación artística. Y, de alguna forma, siempre se le puede sacar una utilidad, para uno mismo o para quien se tope con ella.


¿Qué ocurre cuando el daño se usa como propaganda? El cuadro Guernica, pintado por Pablo Ruiz Picasso en 1937 en París, constituye una digna ejemplificación de ello. La obra fue realizada por encargo del director general de Bellas Artes, Josep Renau, a petición del Gobierno de la Segunda República Española, con la intención de que fuese expuesta en una Exposición Internacional, para que atrajese la atención del público hacia la causa republicana en plena Guerra Civil española.

En el cuadro no hay ninguna referencia concreta al bombardeo de Guernica ni a la Guerra Civil en especial. Por tanto, más que un cuadro narrativo, es una obra de arte simbólica…que muestra los terribles sufrimientos y que una guerra inflige a las personas.

Contiene elementos que realizan claras alusiones al contexto bélico, como pueden ser: la casa en llamas, referenciando a las bellas artes que están siendo destruidas poco a poco (arquitectura, concretamente); una paloma, considerada símbolo de la paz rota; un toro – brutalidad, oscuridad; una bombilla (se ubica en el centro de la pintura) que se puede asociar a una bomba, simbolizando avances sociales y tecnológicos, pero también una herramienta que sirve para la destrucción masiva en guerras modernas; etc. En resumen, todo, en mayor o menor medida, de forma más o menos directa, se orienta hacia el daño.

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“No, la pintura no está hecha para decorar las habitaciones.

Es un instrumento de guerra ofensivo y defensivo

contra el enemigo,” – Pablo Picasso.


¿Es ético hacer uso del daño y el dolor ajeno para obtener fines de carácter político?


Más adelante, tanto darle vueltas a la cabeza nos lleva a preguntarnos: ¿por qué se representa el daño por medio del arte? Porque hay gente que lo va a consumir, y eso los artistas lo saben. Se dice que hay una obsesión en el cine español por representar constantemente las crudezas de la Guerra Civil. La trinchera infinita, Mientras dure la guerra, Las trece rosas, Los girasoles ciegos (basado en una novela de mismo nombre)… No lo afirmo, aunque tampoco lo niego, pero ¿habría tantas películas sobre la Guerra Civil española si la audiencia no las consumiese?

¿Dónde está el punto que delimita la frontera entre la representación del daño por motivación personal y la representación del daño por motivación comercial? Bien es así que, si antes estábamos hablando de un masoquismo emocional ejercido por los artistas en una insistencia por plasmar daño, también se identifica en una audiencia de masas que acude a ese dolor. ¿Y si, por el contrario, la sobreabundancia de documentos acerca del mismo tema hubiese dado lugar a una anestesia emocional en la población? Se trata, sin duda alguna, de un ciclo de compraventa en el mercado artístico cuanto menos oscuro e intrigante. Aunque en eso mejor profundizar otro día.


Where is the Love – Black Eyed Peas

“I think the whole world’s addicted to the drama, only attracted to the things that bring you trauma” (Creo que el mundo está adicto al drama, únicamente atraídos a aquello que les provoca un trauma)


Ese comercio con el daño podría proporcionar una explicación a la famosa trilogía escrita por Suzanne Collins: Los juegos del hambre. Este relato fue llevado a la gran pantalla en 2012 de la mano de Gary Ross. Protagonizada por Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson y Liam Hemswort, esta narración se desarrolla en una sociedad ambientada en un futuro distópico, donde únicamente queda una nación en el mundo: Panem. Panem se dividió en trece distritos. Debido a su forma de gobierno dictatorial y corrupta, los distritos se sublevan, pero sufren una violenta represión. Como forma de castigo hacia los distritos, cada año se celebran los llamados Juegos del Hambre, donde un chico y una chica de entre 12 y 18 años de cada distrito serán seleccionados de forma aleatoria como tributos, viéndose obligados a combatir hasta la muerte, y solo puede quedar uno vivo. Tras tantos años de juegos, dejan de constituir una forma de condena y pasa a ser una tradición. En resumen, la glorificación de la muerte se convierte en una tradición.

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Tanto en la versión escrita como en la visual, destacan escenas gráficas de violencia que despiertan la sensibilidad del público. ¿Con qué fin decidió Collins crear un relato basado en una sensación de daño y de dolor colectivo? ¿Aprovechó un auge de novelas de carácter distópico en un mundo de ciencia ficción para hacerse un hueco? ¿Decidió crear intencionadamente un relato dirigido a jóvenes para inculcarles una iniciativa revolucionaria frente a las injusticias? Las posibilidades son ilimitadas, y no sería correcto descartar ninguna. La única idea que se saca en claro es que el daño vende, el daño llega a las masas. Si no ¿cómo surgió Joker?

Joker fue la creación resultante de un impulso de DC Comics por ampliar el relato de sus personajes. Sin embargo, lo que en un principio partió de una idea que miraba por los beneficios económicos, acabó conformando un relato acerca de la importancia de la salud mental, de saber lidiar con las personas que sufren enfermedades mentales, etc.; pero, en definitiva, de tratar bien al prójimo para que “no acaben como acabó el Joker” (si nos ponemos en un caso extremo), Es una narración que se basa en el daño infligido al protagonista, interpretado por Joaquin Phoenix. ¿Para qué se decidió representar el daño? ¿Para lucrarse de él? ¿Para aprovechar las estratosféricas cifras de audiencia de DC para difundir un mensaje positivo en la sociedad de masas? No hay respuestas incorrectas.

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¿PARA QUÉ REPRESENTAR EL DAÑO POR MEDIO DEL ARTE?

POR AMOR AL DAÑO.


Silence – Marshmello ft. Khalid

“I found peace in your violence” (Encontré paz en tu violencia)



Paloma Caballero Soler

Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. GRUPO 51.


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